Dalai Lama: «Adiestrar la mente» 1ra parte

El pasado se ha ido,

el futuro aún no ha llegado.

 Aquél que con claridad vea la verdad en el momento presente

 y conozca lo inamovible,

vivirá en un estado de quietud mental inalterable.

Buda, Bhaddekaratta Sutta.

     En una conferencia impartida en la Universidad de Washington D.C., el 8 de noviembre de 1998, el XIV Dalai Lama presentó a los oyentes una de las exposiciones más celebres y profundas del Budismo Tibetano, la maravillosa enseñanza de los Ocho Versos para Adiestrar la Mente. El Dalai Lama al inicio de su conferencia confesaba su fe en el gran potencial que tenemos todos los seres humanos para ser personas felices.

     Para el Dalai Lama, quien es uno de los más grandes exponentes del diálogo entre las distintas religiones y tradiciones espirituales entre oriente y occidente, la particularidad del Budismo reside en su forma de concebir un altruismo infinito, una compasión universal y una profunda comprensión de la naturaleza de la realidad, o la vacuidad (shuñata).

     El Dalai Lama basó su exposición en las Cuatro Nobles Verdades del Buda histórico: la verdad del sufrimiento, su origen, la posibilidad de que cese el sufrimiento y el camino que conduce a la cesación del sufrimiento. Las enseñanzas sobre las Cuatro Nobles Verdades están arraigadas en nuestra experiencia humana, bajo la cual se halla la aspiración más básica del ser humano de buscar felicidad y evitar el sufrimiento. La felicidad que deseamos y el sufrimiento que eludimos surgen como resultado de causas y condiciones. Para la comprensión budista nuestras experiencias de sufrimiento y felicidad no ocurren sin razón, tampoco son causadas por la justicia y/o la misericordia de algún ser trascendente. El Budismo al rechazar las posibles causas metafísicas de nuestra felicidad o sufrimiento pone el énfasis en el proceso causal de un surgir interdependiente, es decir, todas las cosas y eventos, incluyendo nuestras experiencias de sufrimiento y felicidad, ocurren como resultado de una reunión de una multiplicidad de causas y condiciones.

     Al examinar con detenimiento la enseñanza de las Cuatro Nobles Verdades, se descubre la importancia primordial que tiene la mente en la determinación de nuestras experiencias de felicidad y sufrimiento. Para el Budismo existen diferentes niveles de sufrimiento: el sufrimiento que es obvio a todos nosotros, es decir las experiencias dolorosas; las mismas sensaciones placenteras son también sufrimiento, pues en ellas está la semilla de la misma insatisfacción; y por último lo que el Budismo denomina sufrimiento penetrante del condicionamiento, el cual nos viene dado por la simple realidad de existir como seres “ignorantes”, propensos y vinculados a emociones, pensamientos y acciones negativas. Si contemplamos los distintos tipos de sufrimiento encontraremos que, en última instancia, todos ellos están enraizados en el estado de la mente, de hecho, apunta el Dalai Lama, el estado indisciplinado de la mente es una experiencia de sufrimiento. En la perspectiva budista, cuando se hace referencia al origen del sufrimiento, se hace referencia a un estado mental que es indisciplinado e indómito y que da origen a un estado de ignorancia y desdicha. En su sentido último, el origen del sufrimiento, la causa del sufrimiento y el sufrimiento como tal sólo pueden comprenderse en términos de un estado mental. Las enseñanzas budistas describen la cesación del sufrimiento como el estado más elevado de felicidad. Claramente, esta felicidad no debe ser comprendida en términos de sensaciones placenteras, pues no es una felicidad basada en sentimientos o sensaciones que aparecen y desaparecen.

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