«Sobre el sentido de la existencia y del mundo»

Magic Fish, 1925, Paul Klee.

Acerca de Markus Gabriel y su libro Why the World Does Not Exist.

Escrito por Leandro Posadas.

«Un ser humano es una estructura libre con capacidad de autoengaño: un animal ideológico que tiene una relación confusa con la verdad, pero que es capaz de criticar la misma ideología».

Markus Gabriel[1].

     Relata el profesor Markus Gabriel que una niña de 11 años, tratando de comprender su afirmación que sostiene que «el mundo no existe», le preguntó: «¿Quiere decir que no hay nada más grande que todas las cosas?». A lo que el profesor respondió: «¡Eso es! Si el universo está dentro de una «cosa» más grande que el universo, entonces el universo ya no es el todo. Y esa es la paradoja: el todo no puede ser parte de sí mismo»[2].

     Desde hace miles de años el homo sapiens para intentar comprender y aprehender el porqué de su entorno hizo uso de los mitos. En el simbolismo del mundo existían tres niveles: el «mundo de arriba» (celeste); el «mundo intermedio» (terreno) y el «mundo de abajo» (infernal): estos mundos situados en espacios imaginarios correspondían a tres modos de vida interior de la consciencia humana[3]. El «mundo intermedio» simbolizaba el lugar de la prueba y de la mutación interior con vistas a la nobleza y a la bondad, pero con el riesgo latente del envilecimiento y de la perversión. En dicho «mundo intermedio» el ser humano se alimenta y de nuevo tiene hambre, bebe y aún tiene sed, goza de los placeres y todavía los ansía[4]. Es un mundo de una saciedad insatisfecha. Sin embargo, este «mundo intermedio» de repeticiones y ciclos, de flujos y reflujos puede convertirse en un precioso ayudante en la «metamorfosis» del ser humano. Por consiguiente, se puede entrever, por medio de este simbolismo del «mundo intermedio», que la «ley propia de la naturaleza humana» es este movimiento continuo y en ella se halla al parecer el propio bien del ser humano.

     El simbolismo sempiterno del mundo es una aproximación de la misma mente humana para intentar aprehender las coordenadas espacio temporales que le permiten ser lo que es. El simbolismo, por ejemplo de esos «tres niveles», arriba mencionados, nos indica además que el ser humano no tiene una visión total, exhaustiva y definitiva del «mundo», sólo tiene su cuerpo y su mente para intentar vislumbrar qué es esto donde habita, y qué es esto que es.

     Markus Gabriel es un filósofo alemán nacido en 1980. Es doctor en filosofía y profesor de epistemología, filosofía moderna y contemporánea en la Universidad de Bonn. Su libro Why the World does not Exist (Por qué el mundo no existe, 2013), fue un éxito en ventas en su país natal. Él afirma que «Los filósofos ven el mundo, en cierta medida, de la misma manera que lo harían los seres extraterrestres o los niños. Todo es siempre completamente nuevo, y al mismo tiempo desconfían de los juicios fuertemente arraigados y, sí, desconfían incluso de las afirmaciones científicas de los expertos».

     Hemos visto más arriba cuán sabio es el mito, -el cual fue el origen de la filosofía-: «somos naturaleza cambiante». Y por ello, y desde la sabiduría del simbolismo sostengo que los filósofos dudan metódicamente, además, de todos aquellos movimientos culturales, científicos, políticos, religiosos, sectarios, institucionales, que se aferran y promueven una visión fija e inmóvil sobre esto que entendemos como «realidad-humana-en-el-mundo».

     Obviamente, el profesor Gabriel no se refiere a los “pseudo-filósofos”, a aquellos que escriben textos de autoayuda barata y vulgar, o a esas “metafísicas” de los contemporáneos “coaches”, quienes se creen «gurús» o «maestros» y están convencido(-$-), que pueden salvarle la vida a la gente… Se refiere, por el contrario, a aquellos seres humanos, -sólo por mencionar en el ámbito occidental a personajes como Sócrates, Severino Boecio, Anselmo de Canterbury, Pierre Abélard, Søren Kierkegaard, Blaise Pascal, René Descartes, Immanuel Kant, Martin Heidegger, Karl Jaspers, Hans Blumenberg, Simone Weil, Luwig Wittgenstein, María Zambrano, Paul Ricoeur, Pierre Hadot, Alain Badiou, entre tantos otros-, que han hecho posible situar «esto que somos» desde perspectivas amplias y sabias en cada época de la historia de la existencia humana, por medio de una forma de pensamiento (φιλοσοφἱα), escrita, pensada; meditada con seriedad; disciplina, sacrificio, abnegación; y transmitida con lucidez desde hace miles de años. 

     Como apunte cultural e histórico para dulcificar el tema que voy a tratar más adelante, les comento que existen prestigiosos premios de filosofía: el Grand Prix de Philosophie de la Academia Francesa; el Premio Schock de Lógica y Filosofía de la Real Academia de Suecia; el Premio Lakatos sobre filosofía de la ciencia de la London School of Economics and Political Science; y el más reciente de ellos el Premio Berggruen de Filosofía cuya primera entrega fue en el año 2016. Otro premio importante, en el ámbito de la sabiduría académica, que comenzó a otorgarse en el año 1972 es el Premio Templeton, el cual está destinado a todos aquellos, hombres y mujeres, que hayan contribuido en los estudios de las «realidades espirituales» de modo significativo. Entre los galardonados por este premio se encuentra el Dalai Lama, quien lo recibió en el año 2012. 

     ¿Por qué les comparto dicho dato cultural, a modo de apunte histórico, antes de pasar al tema que nos concierne en este breve artículo? Los filósofos (los amantes de la sabiduría), a lo largo de la historia se han dado cuenta que la «realidad» es el gran meollo del asunto humano: ¿Cómo lidiar con ella? ¿Cómo relacionarse sabiamente con ella? ¿Cómo «existir» (dasein) en ella y desde ella? Todo avance, estudio, investigación que trate de modo serio de establecer coordenadas dignas y sabias en nuestra relación con la «realidad» deben ser honradas y gratificadas, a la vez que difundidas y estudiadas con entusiasmo y conciencia. De allí la razón de este escrito.

     El joven Dr. Markus Gabriel (38 años), tiene dos libros realmente brillantes: I Am Not a Brain. Philosophy of Mind for the Twenty-First Century (2017); y Why the World Does Not Exist (2013), de este último nos ocuparemos brevemente en este artículo. El libro comienza con varias interpelaciones: «¿La vida, el universo, y todo lo demás… qué significa? […] ¿Somos solamente un agregado de partículas elementales en el gigante receptáculo del mundo, o nuestros pensamientos, deseos y esperanzas tienen una realidad distinta. Y si es así, ¿Cuál es? ¿Cómo podemos comprender nuestras existencias o la existencia en general? ¿Cuán lejos puede llegar nuestro conocimiento?»[5]. Para responder dichas interrogantes él desarrolla en su libro los lineamientos de una nueva filosofía llamada «el Nuevo Realismo». En una entrevista[6] concedida con motivo de la presentación de su libro en Italia él planteaba su nueva filosofía, la cual sostiene que el mundo no existe!: Para él el mundo es el ámbito de todos los ámbitos; es la totalidad de todos los campos posibles de aquello que es: una totalidad omnicomprensiva. «Existir» es algo que se da en el mundo, de modo que el mundo no puede «existir» porque no se da en el mundo. Claramente, para él la realidad es la que es independientemente de la mente humana, pero a la vez sostiene, por ejemplo, que la afirmación de la física contemporánea que alega que todo lo que existe es contemplado de modo natural es una ilusión, como también es una ilusión aquella afirmación universal que sostiene que el conjunto de todos los saberes científicos sobre la naturaleza describen la totalidad.

     Para él existe la verdad dentro de «campos de sentido» como ámbitos donde aparecen las cosas que podemos describir con proposiciones verdaderas. Los campos de sentido son «relevantes elementos ontológicos como lugares donde todo aparece»[7]. El campo de sentido de los números naturales, por ejemplo, es tan real y al mismo tiempo es el mismo campo de sentido de los nucleones, de los unicornios y de las brujas o hechiceras que aparecen en la literatura[8]. Su «nuevo realismo» niega la existencia del mundo y propone un realismo sin realidad: hay muchas cosas reales, pero no hay una realidad que vislumbre (comprenda) todas las cosas reales. Su filosofía parte de la razón humana como fuente de comprensión entre todos los seres humanos que deseen comprender el mundo como es en sí.

     Su afirmación de la no-existencia del mundo representa en realidad el primer principio de la ontología negativa desde el cual surge el primer fundamento de la ontología positiva: la existencia de infinitos campos de sentido[9]. Ante la pregunta ¿Qué existe? Él responde: Todo existe, menos el mundo. Existen los átomos, existen los personajes de los cuentos de hadas, existen los unicornios, los seres humanos, pero la única cosa que no existe es el mundo, pues no existe un campo de sentido capaz de aprehenderlo en su totalidad.

     La ontología de los innumerables «campos de sentido» permite a los seres humanos liberarse de cualquier imagen determinada del mundo, pues no hay una ley general que lo explique todo[10]. Después de afirmar que el mundo no existe, el paso siguiente consistirá en el tentativo de renunciar a una supuesta estructura fundamental que lo explica todo, y en buscar comprender, sin prejuicios y en modo creativo, las muchas estructuras existentes, pudiendo con ello valorar mejor aquello que debería seguir «existiendo», de aquello que debe ser modificado en nuestra forma de ver y comprender la realidad[11].

     En su libro él se pregunta «¿Qué es la existencia? Y seguidamente responde: «La existencia es la circunstancia que permite que algo aparezca en un campo de sentido»[12]. Existir no es simplemente estar en el mundo, sino estar establecido en un campo de sentido que nos permita ser lo que somos[13]. Todos tenemos la idea que el sentido de la vida humana, que el sentido de nuestra vida en el «mundo», es algo muy profundo, sublime, glorioso, excelso, y que dicho sentido debe venir desde fuera de nosotros, pero para Markus Gabriel el sentido de la existencia es darse sentido a sí misma[14]. El sentido de la vida es el sentido que nosotros le damos, pues estamos inmersos en campos de sentido, es decir en posibilidades de interpretación: de «repensarnos» siempre nuevamente. Y justamente porque cada uno de nosotros es capacidad de interpretación (capax interpretatio), puede y debe darle sentido a su vida.

     Tal vez, una afirmación que resumiría, desde mi punto de vista, el «nuevo realismo» de Markus Gabriel sea aquella del filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein: «los límites de nuestro lenguaje -entendidos estos como juegos lingüísticos-, son los límites de nuestro mundo», y tal vez, ese sea el bendecido, inquieto y siempre cambiante alcance de nuestro conocimiento sobre esto que llamamos mundo, es decir el hecho mismo que podemos crear miles de sentidos, e innumerables interpretaciones acerca del habitar en un mundo en el que no nos ponemos de acuerdo sobre lo que somos, sobre lo que hacemos aquí y sobre el porqué estamos aquí. Quizá es una bendición no saberlo, pues como diría Hakuin (1686-1769): «sin un destino jamás estoy perdido».

***

En su obra llamada Magic Fish, Paul Klee «crea un reino mágico donde se mezclan lo acuático, lo celestial, y lo terrenal. El lienzo ofrece una atmosfera negra como la tinta de escala y alcance indeterminados, donde los peces y la flora flotan entre los seres humanos y las torres del relo». Cf.  Paul Klee, Masters of Art Series, Delphi Classics 2015. p. 65. 

_________________________________

[1] Cf. https://www.elperiodico.com/es/mas-periodico/20160320/markus-gabriel-pizza-margarita-verdad-4982949

[2] Tomado del diario El Mundo: El ‘listo’ alemán que dice que el mundo no existe.

[3] Cf. Chevalier Jean/Gheerbrant Alain, Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona 1988, p. 733.

[4] Cf. Chevalier Jean/Gheerbrant Alain, Diccionario de los símbolos, Herder, Barcelona 1988, p. 733.

[5] Markus Gabriel, Why the World Does Not exist, Polity Press, United Kingdom 2015, p. 1. La traducción del inglés al español es realizada por mí mismo para el presente artículo.

[6] www.filosofia.rai.it/articoli/gabriel-perché-non-esiste-il-mondo/31401/default.aspx La traducción al español desde el italiano de esta entrevista es realizada por mí para el presente artículo.

[7] Markus Gabriel, Why the World Does Not exist, Polity Press, United Kingdom 2015, p. 50. La traducción del inglés al español es realizada por mí mismo para el presente artículo.

[8] http://www.filosofia.rai.it/articoli/gabriel-perché-non-esiste-il-mondo/31401/default.aspx La traducción al español desde el italiano de esta entrevista es realizada por mí para el presente artículo.

[9] Cf http://www.recensionifilosofiche.info/2016/10/gabriel-markus-perche-non-esiste-il.html La traducción del italiano al español de esta publicación digital es realizada por mí para el presente artículo.

[10] Cf. Markus Gabriel, Why the World Does Not exist, Polity Press, United Kingdom 2015, p. 220. La traducción del inglés al español es realizada por mí mismo para el presente artículo.

[11] Cf http://www.recensionifilosofiche.info/2016/10/gabriel-markus-perche-non-esiste-il.html La traducción del italiano al español de esta publicación digital es realizada por mí para el presente artículo.

[12] Markus Gabriel, Why the World Does Not exist, Polity Press, United Kingdom 2015, p. 50. La traducción del inglés al español es realizada por mí mismo para el presente artículo.

[13] Cf. Markus Gabriel, Why the World Does Not exist, Polity Press, United Kingdom 2015, p. 50. La traducción del inglés al español es realizada por mí mismo para el presente artículo.

[14] Cf. Markus Gabriel, Why the World Does Not exist, Polity Press, United Kingdom 2015, p. 220. La traducción del inglés al español es realizada por mí mismo para el presente artículo.

La imagen de la cabecera es del ilustrador Gustave Doré, titulada: Un animal en la luna.