«Hacia una fenomenología de la insatisfacción humana»

Jardines del Sur, 1921, Paul Klee.Escrito por Leandro Posadas

Bajo mi tiempo

pasas

llevado de la mano

como una vieja

transparencia[1].

     Somos seres esencialmente vulnerables: cualquier cosa puede dañarnos. Ser un cuerpo/mente es ser muy vulnerables. Transcurrimos nuestra vida tratando de proteger este cuerpo/mente; intentando resguardar, divertir, consolar, satisfacer este ser consciente de ser sentiente que somos. Incluso tomamos decisiones, a veces difíciles y paradójicas, en función del resguardo de este cuerpo, y de la idea que tenemos de este «yo» que nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida.

     El psiquiatra y fenomenólogo italiano Eugenio Borgna en su hermoso ensayo La Fragilità che è in noi[2] del año 2014, (La fragilidad que está en nosotros), nos recuerda que la vulnerabilidad forma parte de nuestras raíces ontológicas, que es una estructura que llevamos siempre con nosotros, y que sin embargo, y esta será la clave de este escrito, en nuestra fragilidad, en nuestro ser vulnerables, «se esconden valores de sensibilidad y de delicadeza, de gentileza y dignidad, y de intuición de lo ‘indecible’».

     Entendido este ‘indecible’ como gracia, como línea luminosa de la vida, como espacio sagrado y límite gallardo que constituye el meollo temático de las experiencias fundamentales de cada edad de nuestra vida: sombras que resquebrajan las relaciones humanas -la relación con nosotros mismos-, y las hacen intermitentes, y sabiamente precarias, si tomamos consciencia de que somos dependientes de tantas cosas.

     Experimentarse fragilidad puede ser motivo de insatisfacción: somos frágiles ante el tiempo; frente a las circunstancias exteriores; ante los adioses que tantas veces debemos decir: adiós a la juventud que ya no está; al amor que se fue, a la madre que se ha marchado, al padre que tal vez nunca estuvo, a los amigos que deben marcharse. Ser seres humanos es ser esencialmente vulnerables.

     Para Dzongsar Jamyang Khyentse, un maestro tibetano, ser vulnerables es estar sujeto segundo a segundo a condiciones: «todos dependemos de condiciones, ninguno de nosotros tiene el control sobre nada. No podemos tener el control ni siquiera de lo que estaremos sintiendo y pensando el próximo minuto».

     Nuestra vida, afirma este maestro, es como tratar de poner tres frutillas, una encima de la otra, pero no funciona porque son resbaladizas y de forma irregular. El problema, el quicio de nuestro problema humano, es que a veces la segunda casi se queda sobre la primera, momentáneamente, y eso nos da alguna esperanza: «¡puede ser que funcione!», pensamos, pero la vida en general nunca funciona. Cuántas veces hemos tratado de vivir esa experiencia Hollywood, ese vivir felices para siempre…

     Este simpático maestro, sin embargo, no nos deja simplemente con afirmaciones pesimistas, aunque sabias, sobre la vida. Nos dice que debemos aprender a ver nuestra vida como la «experiencia hotel»: «Check-in» … «Check-out»… ¡Es así como es!. … ¡Esto es lo que hay!… El cabello después de los cuarenta comienza a caerse… ¡Esto es lo que hay!… Nuestros párpados comienzan a perder su firmeza… ¡Esto es lo que hay!… Check-in … check-out… Nuestra vida es así: amigos entran, amigos salen. La vida misma es una maravillosa experiencia cuando logramos aprehender su naturaleza: surge y cesa continuamente. Ser ser humano es una gran enseñanza. Nuestra belleza está en la temporalidad.

     Borgna se pregunta: ¿Cómo definir la fragilidad en su raíz fenomenológica? Frágil es una cosa (una situación), que fácilmente se rompe; frágil es un equilibrio psíquico (un equilibrio emocional), que fácilmente se despedaza. También frágil es una cosa que no puede ser no frágil: siendo su destino.

     En Venezuela se usa un dicho popular: «¡Esto es lo que hay!» expresión usada antes y después de esta regresión histórica nacional hace más de 15 años. Hace unas semanas unos buenos amigos vinieron a visitarnos y la clave de lectura de nuestras amenas y recreadas conversaciones giraba en torno a esta frase. Yo usaré este dicho no sólo para hablar de lo que estamos viviendo en este país, sino también como expresión de una búsqueda sabia de lo que es ser ser humano desde y en la insatisfacción en cualquier lugar y en cualquier situación en la que nos encontremos. Porque como dice Eugenio Borgna: «son frágiles, vulnerables y se rompen fácilmente no sólo nuestras emociones y nuestras razones de vida, sino también nuestras esperanzas, nuestras inquietudes, nuestras tristezas, nuestros impulsos del corazón», por el mismo hecho de ser seres humanos.

     Ajahn Candasiri, una maestra theravada en su conferencia Sentirsi appagati[3] (Sentirse satisfechos), del año 2010 afirma por su parte, que el tema de la insatisfacción es un tema de elección: sufrir o no sufrir. La vida, sostiene, está llena de cosas por las cuales lamentarse… pero, podemos también elegir no hacerlo. Cuenta Candasiri que cuando fue a la India observó personas que eran extremadamente pobres, pero que a menudo tenían un chispa de luminosidad y gozo en sus rostros. Ella comprendió que aquello que nos hace felices es el ser capaces de sacar el máximo de las cosas más simples de la vida. Existen modos para practicar la satisfacción sabia en nuestra relación con la vida misma, con nuestras relaciones, con nuestro proyecto vital, con la concepción que tenemos sobre nosotros mismos. Ella, desde su experiencia, nos aconseja, primeramente a relacionarnos con nosotros mismos desde la compasión: amor desinteresado, compasión, alegría, y ecuanimidad hacia este ser que soy aquí.

     Sé que la mayoría de personas que me leen son personas buenas, que jamás le harían daño a nadie: de eso debemos alegrarnos, sentirnos satisfechos, de que estamos tratando de vivir esta vida desde la bondad o desde el intento diario, y a veces precario y limitado de la bondad. Yo me alegro de ello, de ser alguien que trata diariamente de no hacer daño, que intenta cultivar la mente para que no esté distraída y no se pierda en la ilusión de la comprensión errónea de la realidad: ser ser humano, tender diariamente a ser ser humano es una gran enseñanza. Pensemos en la edad que tenemos y contemplemos con sabiduría esto que somos: ¡Lo hemos hecho bien! ¡Lo estamos haciendo bien! Es una bendición haber nacido como seres humanos, independientemente, de las circunstancias y condiciones exteriores. Todos tenemos problemas, pero cuando la sabiduría llega a nuestra vida estamos en grado de ocuparnos mejor de dichos problemas y cultivar formas hábiles para afrontarlos desde la comprensión sabia de la naturaleza de la realidad.

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[1] García Beatriz., Plenos Poderes, El perro y la rana 2007, p. 38.

[2] Borgna Eugenio, La fragilità che è in noi, Einaudi, Torino 2014.

[3] Ajahn Candasiri, Sentirsi appagati: https://santacittarama.org/2019/08/13/sentirsi-appagati/ Traducción del italiano por Leandro Posadas.

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